martes, diciembre 23, 2008

La casa de los sueños

Después de quedarme sin coche por un choque decembrino que me llevó al Ministerio Público y al hospital... Tuve que usar taxi algunos días para llegar al trabajo con un incómodo collarín que sólo aumentó mis dolores de espalda y cuello.

En fin... Un día me subí al tsuru del taxista más parlanchín del universo, y en lo que equivale a 180 pesos y poco más de una hora de trayecto, hablamos de todo... Su familia, la mía... Su trabajo, el mío... La inseguridad... La crisis económica... Política y religión... Sin embargo, prestamos mayor atención a la que parecía ser la mayor de sus angustias.

A un par de días de la llegada de Santa Claus (o Clos, según cierto libro de estilo donde también se escribe champú y piyama), el taxista no dormía pensando en "La casa de los sueños"... Su hija había pedido ese juguete por tres años consecutivos en su cartita y la méndiga casita siempre estaba agotada.

Me dijo que costaba 1,100 pesos y que no sabía exactamente lo que esa cosa hacía que era tan solicitada... Al parecer, tenía dos recámaras y baños y su cocinita y todo lo que un habitante plástico de escasos centímetros de alto pudiera necesitar.

Parece una tontería... Pero entiendo perfectamente a la niña... Aunque no escribí ninguna cartita estoy muy cerca de tener lo que espero se convierta en el hogar de mis sueños... En realidad no es casa, es un depa superpequeñito que también tiene un par de recámaras y su cocinita y sus baños y blablabla... No sé si también soñaba con eso desde niña, pero supongo que algo hay al respecto.

... Y aunque la búsqueda fue exhaustiva y el pago lo será aún más, estoy emocionada y no lo puedo evitar. El entusiasmo poco tiene que ver con sus escasos metros cuadrados y su nulo lujo... Es un proyecto de vida compartido al que le estamos apostando todo... incluyendo nuestros sueños.